lunes, 26 de enero de 2009

Respuesta de Federico Donner

Confusión de términos, ingenuidad y antisemitismo. Respuesta a Judit Bokser Liwerant.

Estimada Judit:
Ante todo, y como usted dijo, espero que esto sea un diálogo, y que las voces se multipliquen.
En su carta, usted ha hecho algunas observaciones sobre este proyecto y algunos textos que lo sustentan. Usted dice claramente que hemos confundido algunos términos, por lo que me corresponde pasarle a usted la carga de la prueba. En otras palabras, quien critica ideas ajenas, debe poder hacerlo con argumentos que soporten esas mismas críticas. De otro modo, se verá preso de sus propias palabras. Permítame, entonces, examinar sus dichos sobre nuestra confusión haciendo uso de sus propios conceptos.
1) Resulta sorprendente que, cada vez que se habla de civiles muertos a manos de Israel, de alguna manera u otra, los defensores a ultranza del derecho a la seguridad de su población civil desplazan esas muertes y colocan en el centro del debate al antisemitismo y a nuestra historia de pueblo perseguido, sin olvidar, por supuesto, la infaltable referencia a la Shoá. Este desplazamiento, en el que usted, evidentemente, incurre, es el resultado de más de un siglo de sionismo político. No quiero decir con esto, y para que usted no crea que un espíritu de revancha setentista se haya apoderado de los promotores de esta propuesta, que el sionismo sea un oscuro movimiento que pretenda el reino de las tinieblas. Tampoco afirmamos la existencia de ningún bureau secreto, al mejor estilo de una logia, que digite los destinos del mundo, cual monstruo manipulador. Puede parecerle que esté bromeando, pero percibo que usted piensa que nuestra propuesta fue permeada ingenuamente por las banderas más torpes del antiimperialismo de los sesenta y setenta. Usted habla de violencia simbólica y de la misión de un estado de proteger a sus ciudadanos. Contrariamente a lo que usted sostiene, estos dos conceptos, lejos de excluirse, son íntimamente solidarios. Desde Hobbes a Carl Schmitt, toda la filosofía política se erige sobre la lógica de la Re-presentación, es decir, de la unidad, una unidad que, para constituirse, debe excluir. Desde este punto de vista, el Sionismo político reproduce de una forma muy vehemente esta lógica de la Representación y de la exclusión. Ejemplos de violencia simbólica a manos del estado de Israel sobran. Por ese motivo, creo poco honesto y autocrítico la posición que usted y tantos judíos suelen tomar. Según esto, Israel parece ser el único estado en la historia que, pese a reproducir el modelo hobbesiano–schmittiano, estaría exento del lado sangriento de la cuestión. Lo que en cualquier otro estado se deduce de la violenta lógica de la identidad de lo mismo, en el estado de Israel se justificaría por los fantasmas del antisemitismo, el terrorismo internacional y las campañas de desprestigio mediático. Estos tres elementos, lejos de formar parte de la violencia simbólica que se ejerce contra el estado de Israel, pertenecen al núcleo más íntimo de todo el movimiento sionista. Basten como ejemplos la asimilación de todos los árabes a terroristas, la gratuita calificación de antisemita a cualquier crítico del estado israelí, la insostenible defensa laica de la ausencia de una Constitución que ponga en pie de igualdad a todos los ciudadanos israelíes y la sistemática negación de la gravísima situación humanitaria (palabra despreciable, de por cierto) en Gaza, evidenciada por organismos internacionales y medios de prestigio, etc. Además, en estas horrorosas circunstancias, se agregan otras falacias, como la acusación de utilizar civiles como escudos humanos y las increíbles imputaciones israelíes a los organismos humanitarios de albergar terroristas.
Usted se manifestó muy preocupada por la imagen del estado israelí, por lo que entiendo la importancia que le concede en sus ideas a esta lógica de la identidad, mucho más cercana a Heidegger que a Levinas. Cito:

“Ciertamente los altibajos del proceso de paz han interactuado con la alternancia política en Israel y con la redefinición de prioridades. A lo largo de estos años se ha asistido muchas veces a la inversión del binomio paz-seguridad. La espiral de violencia en los actos de terror, el establecimiento de asentamientos, y otras dinámicas de la región condujeron a que la seguridad nacional asumiera un lugar prioritario. Ultimadamente, la razón de ser del Estado como figura político histórica es la de dar protección a los ciudadanos.”

Si realizamos un análisis impolítico del Sionismo político, en el sentido de Esposito, veremos que el discurso oficial israelí sobre la Shoá tiene una doble cara. La Shoá ha marcado a fuego a nuestro pueblo. Como usted dijo, y trascendiendo los particularismos, la historia de la Shoá no es exclusiva de nuestro pueblo. Muchos de nuestros pensadores más sensibles, lejos de remarcar la irracionalidad de la Shoá, la han vinculado, por el contrario, con el centro de la racionalidad occidental. Para decirlo brutalmente y sin adornos: la Shoá como resultado de la racionalidad política occidental, llevada a sus últimas consecuencias. El Sionismo político, salvo honrosas y contadas excepciones, no ha dejado de reproducir esa lógica, trastocando el significado de la Shoá. Si la Shoá, para algunos, abre una nueva y dolorosa perspectiva desde la cual puede deconstruirse la filosofía política moderna, su utilización como lema de Seguridad y Defensa Nacional, en cambio, constituye su inversión.
Si las torpes banderas políticas del antiimperialismo que usted menciona en su carta deben ser superadas, también deben serlo las del Sionismo Político. Sobre todo, porque son dos caras de una misma moneda, ambas hijas de un sentido violentamente binario. Los cuernos de este dilema se escriben siempre con sangre, eso lo sabemos todos. Por ello, no podemos callarnos cuando se oyen las voces que hablan de seguridad nacional, lucha contra el terrorismo internacional o plan de desconexión, como si fueran núcleos incuestionables, pertenecientes a la esfera de las ideas platónicas, justificándose, además, por una historia de persecuciones.


2) Al comienzo de su carta, usted recorre una breve genealogía de argumentos antisemitas, soviéticos y fundamentalistas que nosotros, supuestamente, hemos utilizado sin notarlo. Cito:

“En este último sentido, su visión y sus planteamientos no pueden leerse al margen de la violencia simbólica que se ha construido alrededor del Estado de Israel y que se relaciona con las difíciles coordenadas de lo propio y lo ajeno, los Otros y sus diferencias y que se proyecta y retroalimenta hoy en el ámbito internacional, en el que interactúan lo político con lo ideológico, las razones y las sinrazones.”
Siempre creí que el debate sobre el rol de la mass media acerca de la imagen negativa de Israel es una discusión bizantina. No sé si cuento con los elementos para saber si realmente existe algo así como una campaña sistemática de desprestigio de Israel en los medios del mundo. No creo que nadie seriamente pueda responder a esto. Lo que sí puedo decirle, es que no me parece que sea una crítica válida en absoluto, ya que el mundo occidental se ha cansado de proyectar una imagen en la que todos los habitantes del mundo árabe son terroristas efectivos o potenciales. La violencia simbólica, en todo caso, no es patrimonio exclusivo del antisemitismo o del antisionismo.
Le refresco algunos otros ejemplos de violencia simbólica:
a) Recuerdo a la CNN transmitiendo festejos palestinos cuando cayeron las torres gemelas. Estas imágenes resultaron ser de la guerra del golfo de principio de los noventa
b) Durante esta ofensiva, la tv israelí no mostró a las casi 1.500 víctimas palestinas, pero hizo un incesante hincapié en las 13 víctimas israelíes y en los innumerables qassam que caían.
c) los 13 muertos israelíes son víctimas del terrorismo internacional. Los casi 1500 palestinos, en cambio, se cuentan como un error de cálculo, otras veces como escudos humanos utilizados perversamente por el Hamas, a veces, incluso, como el resultado de un uso excesivo de la fuerza. Le brindo algunos ejemplos de niños asesinados. Le pido que me explique de qué modo estaban siendo utilizados como escudos humanos por el Hamas:
Un niño que abre una ventana y recibe disparos de soldados. Otro, jugando al fútbol, muerto por un misil. Muchos otros murieron sepultados bajo los escombros por haberse refugiado en los sótanos de sus casas. ¿cómo puede seguir sosteniéndose la falacia de la campaña mediática contra Israel? ¿cómo ignorar que el bombardeo sobre poblaciones civiles es una de las tácticas militares más desprestigiadas? ¿Por qué los medios israelíes casi no mencionaron la utilización de bombas de fósforo, que son tóxicas y están vedadas por convenciones internacionales, porque provocan problemas respiratorios de por vida, además de desintegrar tejidos vivos en el acto?
d) ¿Usted sabe que en Israel existen prisiones clandestinas, que hasta hace poco ni siquiera figuraban en los registros parlamentarios? ¿usted sabe que se calcula que por esas prisiones pasaron más de 10.000 detenidos, que fueron torturados, violados y muchos fueron muertos?
e) ¿usted vio reflejados en los grandes medios las persecuciones y el exilio de algunos miembros árabes de la kenesset luego de última la guerra del Líbano? Tampoco esos medios dieron importancia a la inclusión de Avigdor Lieberman como ministro de un gobierno de centro izquierda. Este señor propone la expulsión de todos los árabes de Israel, además de haber impulsado un pedido de proscripción de los partidos árabes de la knesset (que representa al 20% de la población de Israel)

Podría seguir cubriendo páginas con estas enumeraciones.

3) Pasemos a otra frase suya:

“Sin embargo, referir al Holocausto hoy, en el seno del conflicto de Gaza, y en el marco de su llamado a adoptar un niño muerto por el ejército israelí, esto es, a un niño palestino, implica lo quieran o no, reforzar aquella argumentación que ha venido inculpando progresivamente a las víctimas de ayer el haberse convertido en los victimarios de hoy. Así, el pueblo judío, víctima del Holocausto nazi, se habría convertido en victimario y generador de un Holocausto del pueblo palestino en la figura estatal contemporánea”

- “Estas acusaciones, entrecruzadas con un antisionismo progresivo, generaron, en su radicalización, nuevos enunciados que establecieron, sin embargo, una compleja dialéctica de recuperación de viejos contenidos antisemitas. En esta progresiva distorsión histórica y afrenta moral, Jenin ayer y hoy Gaza devienen Auschwitz, el soldado israelí un represor nazi y el conflicto, una catástrofe humanitaria de dimensiones demoníacas.”

Nosotros no confundimos a la Shoá con lo que ocurre actualmente. Lo que sí sostenemos, es que la lógica de exclusión y eliminación del Otro es la misma. El estado de Israel, concebido como refugio de los judíos perseguidos, replica lógicas similares a las del apartheid y de la ghettización de poblaciones estigmatizadas. Si la historia del pueblo judío es, en gran parte, una historia de persecuciones y exclusiones, somos doblemente responsables de no incurrir en esa misma ceguera. Creo que este proyecto cuenta con lectores muy calificados de la obra de Levinas como para cometer ese gran descuido que usted señala. Levinas es un filósofo, no un historiador del pueblo judío. Levinas denuncia la tendencia occidental a aniquilar al Otro. Si la cultura judía está atravesada por la Alteridad y la intemperie, es natural que, quienes sigan la huella de Levinas y tantos otros pensadores judíos, no puedan dejar de señalar que el estado israelí rápidamente se alejó de esa tradición ética judía.
Permítame decirle que usted forma parte de quienes confunden a la Shoá con lo que está ocurriendo ahora. En todas las escuelas israelíes y, por supuesto, en el ejército, se enseña que si Israel no existiera, los judíos serían exterminados tarde o temprano. El estado israelí utiliza sistemáticamente el argumento de la shoá cada vez que ataca a sus vecinos. El estado israelí no distingue entre la shoá y la enemistad de sus vecinos árabes. Cada vez que alguien denuncia las violaciones a los derechos humanos perpetradas por Israel, es calificado rápidamente de antisemita. Es ridículo el argumento de que la existencia de Israel está amenazada. ¿No le parece un poco más frágil la vida de los libaneses o de los palestinos que las de los habitantes de Tel-Aviv? ¿Usted cree que los palestinos de Gaza constituyen un peligro para el ejército israelí, que ocupó esas tierras 35 años y tiene controlados todos los accesos del territorio? ¿no será más bien, lo contrario? La shoá es esgrimida por los judíos sionistas cada vez que se levanta un muro, una colonia judía en Palestina, una prisión de presos políticos o se matan niños. Creo que usted no entendió la forma en que relacionamos estos acontecimientos con la Shoá.
4) Más sobre la relación Israel-Shoá. El plan israelí se denomina de “desconexión”. Los israelíes, desde la izquierda hasta la derecha, creen que la solución pasa por aislar las poblaciones. Esto, en la práctica, resulta imposible para cualquier país del mundo. Esto constituye la ilusión de un supremacismo racista o étnico, donde mi población no debe ser contaminada por los miembros de la otra población. Los israelíes creen que los árabes son todos irracionales y terroristas potenciales o efectivos. Aún así, son tan civilizados y dadivosos, que dicen estar dispuestos a hacer la paz con ellos. Usted debe saber muy bien que la conferencia de Herzlia es un ámbito donde los distintos actores de la sociedad israelí acuerdan líneas estratégicas en diversas áreas. Usted también debe saber que los miembros de la Conferencia de Herzlia (Shimon Peres, entre ellos), creen que la falta de una constitución laica para el estado israelí se justifica por lo que ellos llaman el problema demográfico, en otros términos, que si sanciona una carta magna israelí, el crecimiento vegetativo de la población árabe superará con creces a la población judía, por lo que Israel dejará de ser un país judío. Este argumento demográfico, basado en un maltusianismo de poca monta, es una de las expresiones racistas más graves de la historia del sionismo. Del lema un hogar para todos los judíos, no se desprende la idea de que sea un hogar sólo para los judíos. Si los israelíes no son capaces de construir un estado plural, difícilmente árabes y judíos puedan reconocerse alguna vez como pares. Enunciar la paz y la democracia no coincide con estas prácticas de discriminación política. La cuestión demográfica contiene implicancias de tal gravedad, que no resiste el menor análisis. El miedo de que el otro sea un asesino me convierte en asesino.
5) No me preocupa en absoluto la imagen internacional de un país que construye muros, secuestra a un parlamento entero, bombardea zonas residenciales, sostiene una constitución religiosa, ocupa territorios y decide sobre la vida y la muerte de civiles que ni siquiera reconoce como ciudadanos o iguales. En todo caso, me preocupa tanto como puede preocuparme la imagen de Sudáfrica, Serbia o Irán. Tanto usted como nosotros queremos una paz integral en medio oriente. Permítame decirle, entonces, que el camino de la Defensa Nacional, la Lucha contra el Terrorismo y el Problema Demográfico ya acarrearon demasiadas muertes y, lamentablemente, traerán muchas más. Por eso considero que nuestra iniciativa es una pequeña luz que destila otro color. La cultura judía ha sobrevivido muchos años sin los violentos dispositivos de la política moderna, y creo también que es falsa la creencia de que el estado israelí es el reaseguro para evitar un segundo exterminio. Como pensadores judíos debemos señalar y criticar nuestras propias tendencias a excluir al otro. Señalar las faltas ajenas no es más que legitimar la perversidad de la diplomacia y las declaraciones que se realizan luego de algún ataque armado. Israel, en tanto articulador de la lógica de la mismidad, ya cuenta con demasiados aliados poco deseables, por lo que orientar (ya que perderse es perder el Oriente) nuestros oídos a las voces del otro lado sea, tal vez, una forma de comenzar a horadar la piedra.

Le dejo un muy cordial saludo y espero que luego de este debate ambos seamos mejores, es decir, distintos.

Federico Donner

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